Polos opuestos, se atraen y atraen

Ya en el siglo XVIII, la crítica literaria centró la batalla entre cultistas y conceptistas, las dos formas de entender el arte escrito que representaban, como máximos exponentes, Góngora y Quevedo. Un enfrentamiento a letra limpia que llevaron del papel a lo personal y de lo personal al papel en una mezcla creativa sin igual. El estilo barroco, excesivo, adornado hasta la extenuación frente a la sencillez, la imagen directa, el lenguaje casi vulgar. Polos opuestos pero atractivos al fin y al cabo. Ese ejemplo de nuestro Siglo de Oro de las letras (salvando toooodas las distancias) es lo que me ha venido a la cabeza al ver, anoche mismo, dos videoclipes. Por un lado, el artificio de OK Go en su tema Needing/Getting. Por el otro, la sencillez de un plano fijo y un sólo tipo bailando (regular tirando a mal) durante 3 minutos y 14 segundos en el primer single del nuevo álbum de The Black Keys, Lonely boy. Pues ambos han conseguido lo mismo: hipnotizarme. Cada uno en su estilo. Cada uno con sus formas. Cada uno con su mérito. Particularmente, aprecio el trabajo de montaje cuidado y enrevesado del primero. Pero, de elegir, me quedo con el minimalismo del segundo. El poder atractivo de lo simple.

Y del encuadre inmóvil de The Black Keys, a la ingeniería de producción de OK Go, que arrasa en Internet.

El camino es el último disco de The Black Keys

Ultimate road es el trabajo de OK Go

Los beneficios del ajo

Sí, se nos repite. Pero sería impensable no contar con él en nuestra cocina mediterránea. Por su valor culinario y por sus propiedades para la salud. Ya los egipcios (los de ahora y los de hace miles de años) destacaban su valor vigorizante y los atletas olímpicos griegos (los de ahora y los de hace cientos de años) lo masticaban antes de competir. Se le atribuyen beneficios para la libido y desde la Edad Media se utiliza para combatir enfermedades bacterianas y como antiséptico. Eso sí, mejor en crudo.

Pues hay artista que son ajos. Se repiten, pero me gustan. Y me sientan bien. Muchas veces digo que hay quien tiene una sola canción que calca y calca. Otros que, efectivamente, sólo tienen una canción (y viven de ella). Seguro que te viene a la cabeza una buena colección de casos. Cuando no es del agrado de uno, directamente se aborrece y a correr. Pero cuando gusta, uno aguarda esa melodía, esa letra certera. Aunque evolucionar es bueno, y muchos lo hacen aunque no se les note, la esencia es lo que se espera que mantenga. Y eso es lo complicado. U2 es un caso interesante. Tras una década de éxito que encumbró The Joshua Tree, arrancaron los 90 reinventándose. Achtung baby primero, Zoo TV y Zooropa después, se sumergieron en la electrónica hasta el punto de sobrevivir, sí, pero mostrarse irreconocibles para sus seguidores. Fans (y creo que ellos mismos) que han agradecido, sin duda, la vuelta al sonido original a partir de 2000, retomando la senda con All that you can’t leave behind. Preclaro.

Conocí a Manolo García hace… uf… hace casi 20 años. No, no tengo relación con él. Simplemente me tocó cubrir un par de conciertos de la gira del que fue su penúltimo LP con El último de la fila, una obra maestra más como resultó Astronomía razonable. Tanto él como Quimi Portet me parecieron encantadores. Recuerdo cómo antes del concierto en la plaza de toros de Pamplona estuvieron charlando con nosotros, Pedro y yo, unos simples aprendices de una radio y un semanario local. Y cómo se quedaron charlando un buen rato con nosotros tras la actuación. Agotados pero fascinantes.

Para mí fue una mala noticia su disolución poco después. El consuelo, sus carreras en solitario. De la media docena de los que ha editado Quimi, me quedo con un par de trabajos: Cançoner electromagnètic y el último que adquirí, en una tienda de segunda mano a tan sólo 2 euros: Acadèmia dels somnis. Sigue derrochando musicalidad y talento.

Manolo, por su parte, además de su proyección como pintor, también ha producido seis discos, incluido con el que recuperó el segundo álbum nonato de Los rápidos. Da un toque más personal, pero es el que mantiene viva la llama del sonido de El último de la fila. Y sí, lo reconozco, parecen todas las canciones la misma.  Pero como el ajo, planta perenne, sigue aportándome ese bienestar que empecé a disfrutar desde que oí por primera vez Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana.

Los días intactos es el último trabajo de Manolo García, con la producción ejecutiva de su sello, el que crearon él mismo y Quimi ya en época de El último de la fila, Perro Records.

Lienzos nómadas y arte subterráneo

'El abrazo', de Juan Genovés

'El abrazo', de Juan Genovés

El tono político es evidente. Lo suscribo. Pero no hay que olvidar el componente artístico. El abrazo tiene la calidad necesaria para no estar escondido en un sótano. Y más cuando algunas de las obras que cuelgan permanentemente en las paredes del Reina Sofía, para mi gusto, sí podían estar en una cueva en montañas lejanas. Y tan ricamente. Lo que me preocupa es que, al igual que esta pintura archiconocida del valenciano Juan Genovés, anden almacenadas por ahí otras obras de indudable calidad. No sólo en la pinacoteca de Santa Isabel 52. Sino en otras como El Prado, donde por muy grandes que sean sus salones, por muchas ampliaciones que se le añadan, no hay espacio suficiente para tanto tesoro.

Y no es plan tampoco que las obras vayan de un sitio para otro como almas errantes, como lienzos nómadas, con el riesgo evidente para su propia conservación (y propiedad). ¿Pero no habría una posibilidad, aunque fuera ligera, de generar más espacios públicos donde encontrar y encontrarnos con ese arte oculto? En ocasiones, una sola obra es excusa suficiente para visitar un lugar. Recuerdo en mi primer paseo por Roma ir ex profeso a San Pietro in Vincoli para admirar El Moisés; o a Santa Maria in Cosmedin para confesar mi amor a mi Audrey Hepburn ante la Bocca della Verità. O, sin ir más lejos, entrar a Santo Tomé, en Toledo, para contemplar únicamente El entierro del señor de Orgaz que Doménikos Theotokópoulos pintó allá por el XVI. A lo mejor Genovés no es El Greco. Pero seguro que El abrazo merece su sitio, el Congreso de los Diputados, como se prometió en la pasada legislatura, o donde considere la autoridad. Como otras obras, por desconocidas que sean, que se aburren mirándose unas a otras en los bajos de nuestros mejores museos. Muchos querrían, muchos quiséramos, poder crear una exposición fija con lo que, por desgracia, es sólamente categoría de arte subterráneo. Hay tesoros ocultos que no se merecen estar tan abrigados, por mucho que así ni pasen frío ni les caiga polvo. 

Por ejemplo, aquí van media docena de cuadros que no están expuestos, que no han tenido la suerte de disponer de un clavo al que agarrarse, de una pared que Patrimonio Nacional les ceda para el disfrute de todos. Todos ellos están en depósito en el Museo Nacional del Prado.

'Paisaje', de Eliseo Meifrén Roig

'Paisaje', de Eliseo Meifrén Roig

 

'Ordenación y primera misa de San Juan de Mata', de Vicente Carducho

'Ordenación y primera misa de San Juan de Mata', de Vicente Carducho

 

'Noticias frescas', de Luis Graner y Arrufi

'Noticias frescas', de Luis Graner y Arrufi

 
'Oración en el Huerto', de Domenico Tintoretto

'Oración en el Huerto', de Domenico Tintoretto

 

'La prueba del fuego' (Santo Domingo y los albigenses), de Pedro Berruguete

'La prueba del fuego' (Santo Domingo y los albigenses), de Pedro Berruguete

'Paisaje con pastores y ganado', de Adriaen Fransz Boudewijns

'Paisaje con pastores y ganado', de Adriaen Fransz Boudewijns

Una llama que ilumina

Confieso que, aquel 13 de febrero de 2005, viendo arder la torre Windsor, mientras intentaba narrar sin repetirme lo que veía, mientras intentaba evitar que la batería del móvil se agotara, mientras respondía al presentador y a los tertulianos del programa de debate y actualidad rosa que en ese momento estaba en el aire, pensaba que el incendio no estaba siendo fruto de la casualidad. Gabriela Cañas debió imaginar lo mismo. La diferencia, que ella se lanzó a construir una novela, un thriller si se permite el término, en la que encajan perfectamente realidad y ficción (aunque quién sabe). Seguro que más de un periodista saboreará especialmente algunos momentos de la obra. Se nota el espíritu de la autora. También su paso por Moncloa en esa forma de bucear en el poder. En definitiva, la novela de una novel que disimula como pocos que, aunque no es su primera obra, sí es la primera que se atreve a publicar. Bien por la osadía. El resultado es el mejor ejemplo de que hay que lanzarse.

Con sencillez narrativa, Gabriela nos conduce a través de Rosa y su universo en el asesinato de su hermana Ana, una empresaria de éxito en un mundo de hombres. Pero, aunque la reivindicación no deja de estar latente, que tampoco se vea como un canto feminista al uso. Es un retrato femenino, con su enfoque y sus detalles, con esa mirada que persuade hasta engancharte. Amor, inseguridad, maltrato, corrupción, justicia… Una venganza tejida entre lágrimas y fragilidad, que resulta poderosa y transformadora.

Torres de fuego, de Gabriela Cañas, está editado por Roca Editorial

The Artist-azos

Sí, vale, no me he comido mucho la cabeza pensando un título. Prefiero comerme las mandarinas que me acabo de pelar. ¿Absurdo? Pues igual que pensar en hacer una peli muda a estas alturas de la película. ¡¡¡¡Y en blanco y negro!!!! Pero ¿qué invento es esto? que diría Sara Montiel. Pues Sara Montiel no, pero el cine estaba lleno de gente de edad. No sé si para recordar momentos pretéritos o, como hicieron las tres señoras que teníamos dos filas más adelante, tocarnos la moral por no decir algo inmoral. Algún día mandaré mi educación a paseo y la montaré gorda. No, no tenían ningún defecto visual. Ni auditivo (la cinta era muda, tampoco hubiera pasado nada). Pero ahí que se pegaron las tres hijas cada una de una madre o de la misma comentando cada jugada. Si el argumento tampoco era para tanto, ¡¡¡¡¡¡¡¡por Dios!!!!!!!!! En fin, que qué se le va a hacer. La próxima, me levantaré y, educadamente, me cagaré en sus muertos. Dicho lo cual, a lo que iba. Como siempre, intentaré no desvelar nada de la película más allá de lo que ya he dicho. Simplemente procuraré trasladar mis sensaciones.

La primera, y mejor, que parece que estás en un cine en los años 20. Esa estética cuidada en los títulos de crédito, esa música… Incluso ese toque de hacer el encuadre como un trapecio (la parte baja de la pantalla algo más ancha que la parte alta) que daba como una mayor grandeza a la pantalla. O, al menos, en la pequeña sala del cine en el que asistí a la película se veía así. Lo cierto es que con todos esos ingredientes lograron trasladarme en el tiempo casi un siglo. Y sólo por eso merece la pena. El argumento, lo dicho, sin pretensiones. La ambientación, muy trabajada. Y la interpretación, genial. Los secundarios (John Goodman y James Cromwell, entre otros), principales. El perro, Uggie, de Oscar (r). Bérénice Bejo, la protagonista, cautivadora. Y Jean Dujardin, no un trabalenguas sino el nombre del actor protagonista, fantástico. La verdad es que sólo lo había visto antes en una comedia, parodia del cine de espías, que un día pasó por delante de mí en un zapping y acabó quedándose hasta el final. En esa OSS 117: El Cairo, nido de espías, Dujardin hizo mucho más que una imitación a James Bond. No creo que esa película pase a la historia del cine (aunque todo es historia). Posiblemente, con más perspectiva, The Artist tampoco. Sería una pena, porque sólo el proyecto, y el resultado final, bien lo vale.

Michel Hazanavicius, el director, tanto de la saga del agente OSS 117 como de The Artist, ha querido hacer así un homenaje a los directores a los que admira, porque prácticamente todos proceden del cine del mudo. Yo me sumo a ese reconocimiento. A esa forma de valorar la imagen, de su fuerza para contar historias. La palabra es maravillosa, extraordinaria. Pero a veces, como alargar más este texto, sobra.

Apuesta segura

El día que murió Amy Winhouse me encargué de hacer el reportaje en Informativos Telecinco. Tuve esa suerte. Y más no siendo mi campo. Pues ese mismo día 23 de julio aposté que saldría un disco póstumo antes de Navidad. Sabía que no había riesgo. Obviamente, he ganado. Muchos artistas venden más de muertos que de vivos. Y los que fallecen de repente están entre los favoritos. La reacción es inmediata. Al igual que a un literato se le multiplican las ventas nada más ganar el Nobel, el mundo de la música reacciona de idéntica manera con los decesos. Amy volvió a colocar (dicho sin ningún doble sentido) su Back to black en los primeros puestos de las listas de ventas. Incluso Frank, su primer trabajo, repuntó. Imagino que muchos descubrieron incluso esos días que la Winhouse tenía un disco anterior al exitazo del álbum de Rehab.

Yo mismo descubrí su primer long play después de escuchar su segundo, allá por 2006. Rocío, cazatendencias donde las haya, lo trajo a casa el mismo día que salió a la venta en España. Back to black fue una compra excelente. Yo me encargué de adquirir Frank. Y lo conseguí a buen precio. Habían pasado 3 años desde su edición. Y habían transcurrido para ese cedé sin pena ni gloria en nuestros lares. Pero ese segundo trabajo fue un bombazo. Se emborrachó (dicho, sí, con doble sentido, pero con todo el cariño) de premios y éxito.

De fama y precipicios se ha escrito mucho. No gastaré ni un carácter más. Prefiero decir que Amy me gustaba. Ella, por descarada. Y su voz, por todo. Ese timbre, ese color… Qué potencia. Cómo envolvía. Pena que sus últimos conciertos fueran deplorables. No sé cómo se puede permitir que esas cosas ocurran. Sólo espero que ahora no se beneficien aquellos que simplemente la dejaron caer. O que no hicieron nada, aunque poco se pudiera hacer. Así que simplemente me seguiré quedando con la artista, que en este nuevo disco despedida (apuesto ya que no será el último) vuelve a demostrar que esta pequeñita era muy grande. Gracias Amy.

Lioness: Hidden Treasures sale a la venta este 5 de diciembre. 12 temas grabados entre 2002 y 2011. Unos, versiones. Un par, nuevas composiciones de Amy. Todos, inéditos. Y en todos, ella. Aquí os dejo con otros tres que ya se pueden escuchar por Internet. El primero, un dúo con Tony Bennett, que quedó maravillado con esta colaboración. Así que como hizo él, disfrutadlos.

Más información en http://www.amywinehouse.com

¡Todas a la cárcel!… al son del jazz

Me gusta la música. Me encanta. Toco (más bien tocaba) tres instrumentos y, aunque nunca lo he puesto en mi currículum, tengo completa la carrera de solfeo. Pues los musicales no me van. Entiendo que será la combinación de elementos la que me chirría. Aún así, he visto unos cuantos. El último, uno de los que más fama acarrean. Como que tiene película y todo. De hecho, una persona con mis mismas reticencias (no le saques más allá de Siete novias para siete hermanos) ya me había hablado -bien- de ella, de la película. Me refiero a Chicago, esa historia carcelaria, basada en un hecho real, ambientada en la capital de Illinois en los años 20. Mejor dicho, en la penitenciaría para mujeres, a la que va a parar Roxie Hart. Una prisión que se transforma en toda una escuela musical en la que Roxie y Velma, otra de las presas, sueñan con ser grandes estrellas del musical aprovechando también la fama de su propia historia criminal. Hala. Ya la he destripado. No, qué va. He contado dos pinceladas y ya está.

Personalmente, me gustó Marta Ribera (Velma, la Catherine Zeta-Jones de la película) y María Blanco (Roxie, la Renee Zellweger en la versión que dirigió Rob Marshall para el cine). Y, sin duda, la orquesta. Su interpretación, fantástica y perfectamente incrustada en la historia. Eso sí, bajo mi gusto, al musical, bien en general, le sobra media hora. Así, al peso. Algún número, directamente, yo me lo cargaba. Pero claro, si dice The New York Times que es «la mejor comedia musical de todos los tiempos», quién soy yo para decir lo contrario. Al menos me gustó bastante más que Los miserables, al que creo que el paso del tiempo no le ha sentado nada bien.

Como tampoco le sienta bien a algunos textos ser traducidos. No lo digo por el libreto de la obra. La adaptación de Víctor Conde y Alicia Serrat está perfecta. Me refiero al programa de mano, en el que nos cuentan las virtudes de Stage Entertainment, la empresa que ha montado (loable tarea) la producción. Reproduzco la parte bajo el título ‘Teatro y salas’:

Nuestros 30 teatros juegan un papel muy destacado en la filosofía de nuestra empresa, ya que todos aquellos que visiten un teatro de Stage Entertainment sentirán una calurosa bienvendia a su llegada. Tanto en el clásico Teatro de Mogador de París, en el Metronom de Oberhausen, el Teatro Beatrix de Holanda o en el teatro que  la compañía posee en Nueva York con 5 salas, el entretenimiento comienza cada noche cuando el espectador llega a la puerta del teatro y no sólo cuando se sube el telón. Nuestro objetivo es brindar la mejor de las experiencias y nuestro equipo está centrado firmemente en brindar un excelente servicio al cliente. Queremos superar las expectativas antes de que el espectáculo comience con nuestros bares y restaurante, guardarropas, amplios y elegantes vestíbulos, nuestras tiendas de merchandising y exhibiciones de arte. Un buen teatro está en el corazón de la vida cultural de una ciudad. Un gran teatro es donde la gente, el arte y el entretenimiento van unidos.

Y sigue en ‘Desarrollo creativo’:

Además, estamos incrementando el énfasis en el desarrollo de nuestros propios espectáculos, una política que ya ha dado sus frutos con el éxito de producciones como Ciske de Rat, Ich war niemals in New York…

Vamos, que semejante inversión, pues podrían traducir al castellano de toda la vida estos párrafos que, si hacéis la prueba sale, se pueden traducir literalmente al inglés sin que suene mal. No en vano, la vida es cuestión de detalles.

Chicago ‘El musical’ estará en cartel, en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid, hasta el próximo 5 de febrero. Y los precios, a partir de 16,90 euros. Si te gustan los musicales, la oportunidad es para no perdérsela.

De raras fobias filiales

Estaba preparando esta entrada (Valeria lo sabe, se lo comenté hace un par de semanas) sobre José Donoso cuando hoy se me ha precipitado al blog. Acabo de leer en el diario El País que Pilar, su hija, ha sido hallada muerta en su casa de Santiago de Chile. Ocurrió el martes 15 de noviembre. Descansa en paz, Pilar. Buscaré, para honrarla, tu memoria, la que dejaste escrita en Correr el tupido velo y con la que acabaste compartiendo editorial con tu padre. Alfaguara editó la única obra de Pilar Donoso, ese repaso a la atormentada vida familiar, el año pasado. Este 2011, en julio, acabó de reimprimir El lugar sin límites, una de las novelas cumbre de su progenitor.

El escritor y periodista José Donoso la escribió en 1966, pero sigue teniendo una vigencia punzante y vital. Una historia nocherniega de latifundio y lenocinio que juega con la identidad, las ansias y los sueños enmarcados en el universo propio del autor chileno. Todo un acierto recuperar la historia de la Manuela. Historia que, como en muchos casos, alguien se ha encargado de traspasar a la gran pantalla. Arturo Ripstein convirtió el papel en celuloide en 1977, como en otras ocasiones ha hecho con otros libros. Por poner dos buenos ejemplos, El coronel no tiene quien le escriba, obra homónima de Gabriel García Márquez, o La virgen de la lujuria, basada en el relato de Max Aub La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco. Sé que la adaptación de Ripstein de El lugar sin límites es uno de los títulos claves de la filmografía del mexicano. Pero película de la que, de momento, y con todo el respeto, me voy a abstener. El libro abrió mi mente. No necesito una película para que me la cierre.

Un lugar sin límites está editada por Alfaguara

El chef ha muerto… ¡Viva el chef!

Veo que Ferrán Adriá ha escrito un libro. Muy bien. Enhorabuena. Pero puestos a leer algo de cocina y literatura, en plan bien mezclado, con buenos ingredientes y mejor sabor de boca, pues me quedo con una novela, ópera prima, de mi amiga Yanet Acosta. Sí. Sé que no es de buena educación hablar de los amigos. Sí. Sé que va contra el buen protocolo en la mesa. Pero de vez en cuando hay que coger las viandas con las manos y devorarlas con pasión. Es lo que me ocurrió cuando compré su libro. Sí. Lo compré. Ya he dicho que es amiga. Es más. Todavía no me lo ha dedicado. Eso quiere decir que hace tiempo que no nos vemos.

Como no me gusta revelar absolutamente nada de qué va el libro, sólo diré que es una historia de misterio ambientada en el mundo gastronómico. Una novela negra gastronómica si se prefiere. Cierto es que los que ronden ese universo notarán algunas referencias. Aunque la más clara no fue premeditada: la muerte de Santi Santamaría, uno de los cocineros españoles más reconocidos. Falleció en su restaurante de Singapur en febrero de 2011. Estaba con unos compañeros míos haciendo una entrevista. Se sintió indispuesto, intentó salir a tomar aire y se desplomó. Murió prácticamente entre los fogones, con el micrófono de corbata todavía puesto. Porque a veces la realidad supera la ficción. Aunque esta ficción, la firmada por Yanet Acosta, El chef ha muerto, esté sabrosona.

Más información sobre la obra en http://elchefhamuerto.wordpress.com/

El chef ha muerto, de Editorial Amargord

Yo soy más de Astérix

En esta fiebre tintiniana que nos ha entrado aquí a todos, yo confieso que a mí ni fu ni fa. Que nunca me ha dado por el del flequillo. Reconozco que la peli que le han dedicado tiene mucho mejor pinta que las de los héroes galos. Y que estéticamente, para ser cool, puede quedar mejor colgar un cuadro basado en una viñeta o en una portada de la obra de Hergé que en una de Uderzo (y Goscinny). Pero yo me sigo quedando con Astérix. Y Obélix.

De hecho, Obélix y compañía fue el primer cómic de la colección que cayó en mis manos cuando no era todavía ni proyecto de persona. A partir de ahí, fui leyendo todos. Con el tiempo, me pegué el gustazo de comprarme la colección entera. En tapa blanda, una edición especial económica que salió, si no me equivoco, hace unos 15 años (o más, pero miedo me da calcularlo).

Seguro que Tintín será la bomba. Pero al igual que en la literatura, que pasé de golpe de los Hollister a Agatha Christie, yo ya andaba enfrascado en cómics de otro calibre para cuando me hubiera tocado leer algo del reportero y su perrito. Una vez cogí uno de los tomos del belga. Juro que me resultó aburrido por no decir otra cosa. No descarto que en otra ocasión vuelva a hacer un intento a ver si mis humores me colocan a la misma altura que los miles de devotos de sus aventuras.

Mientras tanto, sigo disfrutando con las historietas de Lutecia, de Abraracúrcix y los suyos. Me da igual que puedan ser repetitivas. Que el pobre Asurancetúrix acabe amordazado y los romanos soñando con que llegue el relevo. Lo que yo sigo soñando, que es posible poner en jaque a los todopoderosos. Que hay que ser irreductible a las convicciones. Y que se puede defender lo propio en armonía con el resto. Eso sí, no hay redbules que valgan. Donde esté una buena pócima…

Y mientras encontramos la fórmula del brebaje, podemos volver a retomar los clásicos que crearon Albert Uderzo y René Goscinny. Desde hoy, día 11 de noviembre, Salvat, a través de la editorial Bruño ha sacado a la venta la colección remasterizada. Sí, como si fuera una reedición de los éxitos musicales de Procol Harum o los Ramones. De momento, los 4 primeros tomos (tanto en castellano como en catalán; en euskera sólo los dos primeros). Un tamaño más grande y con una nueva versión restaurada, con colores e imágenes más nítidos. Las traducciones están revisadas y corregidas. Y en las páginas finales se incluyen planchas originales, ediciones de otros países y otras curiosidades. En primavera saldrán los cuatro siguientes. Y así, hasta completar la obra.

Astérix La Gran Colección está editado por Grupo Editorial Bruño

Newer entries » · « Older entries