Archive for May, 2012

MIB 3: Men In Boredom*

Anoche maté dos pájaros de un tiro. Bueno, fueron 3 ó 4. Llevaba un tiempo con ganas de ver una película en 3D. La única que había presenciado, un mediometraje, fue en la Expo’92 de Sevilla. Y antes, casi me olvido, cuando la Teleindiscreta regaló esas gafas de cartón y celofán rojo y azul porque iban a emitir en TVE no sé qué película en esos mismos dos colores, pues también hice el experimento como miles de ciudadanos de buena fe. Fue un churro. Pero entiendo que la ciencia es así, método empírico ensayo-error. Había oído historias con eso de las tres dimensiones en el cine que recordaban a aquellos señores que salían despavoridos al ver el famoso tren de los hermanos Lumiére. Así que cuando acudí a ver la exposición sobre los inventos de Leonardo Da Vinci en Madrid, no me quise perder lo primero el pequeño vídeo en 3D sobre el genio italiano. La experiencia no estuvo mal. Curioso al menos. No es tan emocionante como los libros de realidad tridimensional, esos que si no sabes cómo poner los ojos no ves un pijo, pero mucho más cercano a la realidad sí. Antooooonioooooo, que te estás enrollaaaaaandoooooo. A lo que iba, que la experiencia con Da Vinci se me quedó algo corta, esperaba una oportunidad para ver un film de esos. Hice un primer intento con la nueva de Tintín. Pero la versión on-line de la Guía del Ocio me jugó una mala pasada. Anunciaba la película en un cine a una hora y cualquier parecido con la realidad fue una coincidencia. Al menos, nos sirvió para ver Margin Call. Algo salimos ganando.

Pues a lo que iba, que anoche me lancé a la aventura de nuevo. Eso sí, asegurando. Había película y en 3D. Ok. Cenamos antes la cuadrilla de amigos, disfrutamos de un buen rato y mejor conversación, les conté una historia que hacía tiempo les debía y que no viene al caso en estas líneas (de ahí algunos de los pájaros de un tiro) y, tras una buena provisión de limonada, nos metimos en la sala 9. Íbamos a ver la nueva entrega de Men In Black. Había leído que, después de las dos primeras, lejos de languidecer, el tercer episodio de los cazamarcianos era el más sublime de los tres. Craso error. Algunas críticas inoculan unas expectativas que luego, si no se cumplen, frustran doblemente. A mí me daba igual. Sólo quería disfrutar del nuevo ingenio visual del 3D. Pero, claro, si era una gran película, te emocionas. Y no, no me dormí. Y sí, alabo la intención de crear una nueva historia partiendo de una premisa que creo que funcionó en la original. Sabéis que no me gusta, en absoluto, desvelar nada, porque soy de los que prefiero entregarme virgen a una experiencia cultural. Pero quitando lo que ya sabemos sobre los hombres de negro, la gracia de que estamos rodeados de marcianos (desde Mike Jagger a todas las modelos de pasarela), esta cinta sólo aporta un clásico viaje en el tiempo con sus incoherencias temporales y poco más. Un guión entre empalagoso y mantecoso con unos diálogos más que predecibles, al igual que todo el desarrollo de las tramas, principal y secundarias. Será que ya soy viejo pellejo difícil de sorprender. La única pena, que para interpretar al agente K de joven yo hubiera llamado a Josh Harnett, uno de esos parecidos razonables que llevan a pensar que ese chaval es un hijo secreto de Tommy Lee Jones. ¿O no?

Men in Black 3, ahora mismo en cines.

(*) Aburrimiento

Alevosía arriesgada

Ni la peor crisis puede acabar con la cultura. Precisamente ahora, en el momento más complicado, hay quien quiere complicarse aún más. Siruela, uno de los sellos más solventes del mundo editorial en español, se lanza a una nueva aventura. Podría parecer un salto al vacío, un gesto desesperado ante un panorama oscuro. Pues de esa nocturnidad nace Alevosía. Un delito consciente en un panorama extraño. Se saben culpables, pero no temen la sentencia. No me extraña. Siruela lleva tres décadas echando el lazo a buenos títulos en la selva de las letras. Y con esa experiencia, pretenden guiarnos en el safari literario para mostrarnos especies más comunes, pero con su propia visión. Así, encontrarán su hueco novelas históricas, sagas familiares o best-sellers. Porque también en esas obras tachadas de menores se puede encontrar literatura de la buena. Ése es su reto. No será fácil. Y es posible que la aventura acabe perdida en el laberinto del mercado, los balances, las descargas o la saturación. Pero intentarlo siempre merecerá la pena.  

Cuando los dioses escriben el libro del destino, de Alice Albinia, y Te escucho, de Federica de Paolis, son sus dos primeros lanzamientos, al que seguirá Media vida, de Darin StraussNational Book Critics Circle Award en Estados Unidos- y otros once libros con buena pinta. De momento, lo que he leído de Te escucho, el tercer trabajo de la italiana Federica de Paolis tras Lasciami andare y Via di qui, me está enganchando, aunque el argumento recuerde a una historia maestra, La vida de los otros.

Bonito estampado

Irene Herrero ha llevado siempre una fotógrafa dentro. Por fin ha querido compartirlo con el resto de los mortales. Inaugura su espacio virtual. Gran escaparate para un gran talento. Lo que para los demás es un parpadeo, para ella es una obra de arte. El color es su materia prima y sabe ganarse su favor. Intenso. Divertido. Atrevido a veces. Confío en que se desmelene del todo.

ireneherrero.com

La providencia

Tuve la suerte de conocer a Flavia Totoro el otro día por pura casualidad. Salíamos de comer de uno nuestros restaurantes indios favoritos, el Ganga, sencillo pero sabroso, y al pasar delante del Centro México Madrid vimos que había una exposición aparentemente atractiva. Qué mejor forma de hacer la digestión del cordero tikka masala que con talento plástico del bueno. Y así nos encontramos con Mexclarte, una iniciativa que aglutina a artistas mexicanos afincados en España, principalmente en su capital. Su primera exposición colectiva se clausura este mismo sábado -ya lo siento-, pero estoy seguro de que habrá nuevas oportunidades.

La muestra, de escultura, pintura, fotografía y videoarte, reunía una colección heterogénea en lo artístico, homogénea en lo cultural si nacer en un país se puede tildar de eso. De hecho, parecía haber un leitmotiv en casi todas las obras que te arrastraba a esos 9000 kilómetros de lejanía física, que no emocional. Me gustó. Me llamó especialmente la atención una de las pinturas, un enorme carboncillo mitológico con el nombre de Diosa azteca. Y la providencia quiso que su autora estuviera precisamente allí. Flavia Totoro se nos abrió de par en par. Su entusiasmo brotaba al mismo ritmo que te envolvías en todas las historias que aglutina el lienzo. La diosa preñada, henchida, que acoge y mantiene la distancia, que encierra en sí a todas las diosas precolombinas y las vírgenes católicas. Una metáfora geométrica, un bucle que crece entre la vida y la muerte.

Flavia transmite. Se nota. En ella y en su arte. Sólo hay que ver las miradas de sus retratos –Paisaje anónimo– que se exponen en el Instituto Mexicano en España, en la carrera de San Jerónimo, frente al Congreso de los Diputados. Hasta el 8 de junio.